Seguramente que más de una vez habrás oído el dicho “ Busco a mi media naranja” o “ Eres mi media naranja” cuando nos referimos a nuestra pareja. Sin duda, esta frase la utilizamos prácticamente cuando queremos decir que la persona que tenemos al lado, o a la persona que buscamos, se complementa perfectamente con nosotros.
Pero…¿De dónde viene esta frase?
Para saber un poco más, tenemos que girar la vista hace muchos, muchos años.
El filósofo griego Platón, escribió hacia el año 380 A.C en la obra titulada “El Banquete” , en la que Aristófanes estaba convencido en que la naturaleza humana no era la misma que la de ahora y las modificaciones que había sufrido y que la raza humana era casi perfecta.
Los seres, eran esféricos, como las naranjas, tenían dos caras opuestas sobre la misma cabeza, cuatro piernas que utilizaban para desplazarse rodando apoyándose en sus ocho extremidades, caminar en cualquier dirección, cuatro brazos, dos órganos sexuales y unidos por el vientre.
Estos seres, podían ser de tres clases: hombres provenientes del sol, mujeres de la tierra y una combinación de ambos engendrada por la luna.
Estos seres tan terribles, por su vigor y su fuerza se sintieron suficientes para relevarse y para atentar contra los dioses, llevados por su orgullo y vanidad y queriendo escalar al cielo, creyéndose iguales y luchar contra ellos.
Zeus y los demás dioses deliberaban sobre lo que hacer con ellos, porque no podían matarlos y exterminar con su linaje, ni podían permitirles tampoco seguir siendo insolentes. Tras pensarlo detenidamente Zeus, lanzó un rayo partiéndoles así por la mitad. dividiéndoles en dos, convirtiéndoles en seres incompletos condenados a anhelar siempre la union con su union perdida.
Mandó a Hermes que a cada uno le atara la carne sobrarte en torno al ombligo.
Los seres, ya repuestos, buscaban tristes su otra mitad, y si, llegaban a encontrarse con ellos,se enlazaban con sus brazos hasta dejarse morir.
Compadecido por la estirpe humana, Zeus ordeno a Hermes que girase la cara hacia el sentido donde tenían el sexo, pues, de este modo, cada vez que estos seres encontrasen su otra mitad, de esa union pudiera obtener placer, y si se trataba de un ser andrógino ( andro: hombre, ginos: mujer ) pudieran tener descendencia.
Se cree que desde entonces, los seres humanos estamos condenados a buscar entre nosotros a nuestra media naranja a nuestra persona ideal y fundirnos con ella en un solo ser.
Sin duda, una historia que no deja indiferente a nadie y que da mucho que pensar.